Es de lo más común que quienes desean poner un negocio y no tienen una idea exacta de cuál es el producto o servicio que pueden ofrecer, lleguen a sentir desconfianza en su capacidad para enfrentar el reto, ya sea por el poco conocimiento que tienen sobre las ventas, o por los recursos limitados de los que disponen.

Varios de ellos terminan desanimándose y resignándose a seguir en un trabajo que le genere ingresos seguros aunque no sean exactamente los que deseen.

 También sucede constantemente que varios emprendedores (que en principio se entusiasmaron en el arranque), cuando no ven resultados a corto plazo, desistan de continuar, y brinquen del barco antes de verlo hundirse.

Son decisiones bastante comprensibles y respetables.

Nadie puede ponerse en los zapatos de otro como para calificar su reacción  ante circunstancias personales tan distintas.

Se requiere de un buen capital o de mucho apoyo para persistir en momentos difíciles, pero sobre todo se requiere de una gran mentalidad para emprender, para tener encendida la pasión y el entusiasmo por cumplir y avanzar en las metas que se proponen día con día, a pesar de los obstáculos que vayan surgiendo en el camino.

 Por supuesto que no es una tarea fácil, sobre todo cuando no hay un instructivo exacto para cada quien, de cómo llegar al éxito, y sobre todo porque el concepto de éxito es único para cada persona.

 Parece sencillo seguir la fórmula que sugieren  casi todos los autores y entrenadores en motivación personal y empresarial con distintas palabras: Tener una idea en mente (propósito), desearla fervientemente, visualizarla y perseverar en ella sin quitar el dedo del renglón para lograr cualquier cosa que uno se proponga en la vida.

 Pero lo que no resulta simple es hacer a un lado todo ese conjunto de barreras psicológicas que nos estorban, para llevar a cabo esa secuencia desde el primer paso hasta el final.

 Todos tenemos una perspectiva distinta de nuestras limitaciones, en la medida de lo que aceptamos como válido, de acuerdo a lo que en nuestro entorno socio-económico-cultural se nos enseñó, sobre quienes podemos y no podemos ser; lo que podemos y no podemos hacer; lo que podemos y no podemos tener; lo que podemos y no podemos desear; lo que podemos y no podemos lograr.


1) Propósito

Cuando uno no está acostumbrado a hacer ejercicios mentales de auto-conocimiento y visualización, resulta igual de difícil que correr 10 kilómetros sin haber hecho algún tipo de ejercicio físico anteriormente.

Y digo esto, porque el hecho de tener un propósito ya resulta complicado, para quienes no encuentran ni tiempo ni espacio para dedicarse unos cuantos minutos a sí mismos, por atender el trabajo, la escuela, la familia u otras ocupaciones.

  Si no se conocen otros escenarios paralelos de la realidad (más que en películas o series de televisión), para cualquiera puede parecer frustrante detenerse a pensar si realmente, lo que hace de su vida es lo que desearía, si la pudiera cambiar ¿qué cambiaría?, y si estuviera en sus manos (que sí lo está, porque afortunadamente la esclavitud ya no existe, cuando menos en nuestro país), ¿por dónde empezaría? ¿Cuál sería su idea, su propósito en la vida?

 No tienes forzosamente que decidirte de entrada, a vender un determinado producto o servicio; sino pensar como te gustaría trascender; que talentos o habilidades reconocen de ti otras personas; que puedes transmitir; que aportación valiosa puedes hacer para otros; que problemas quisieras y puedes solucionar; o como puedes hacerle la vida más fácil, cómoda, entretenida, o divertida a otros, y en base a eso considerar lo que vas a ofrecer.

Encontrar la respuesta puede tardar bastante tiempo, sobre todo si tienes que decidir entre varias opciones.

Lo ideal es pensar en cualquier actividad que te haga sentir libre y con posibilidades de demostrar tus conocimientos, talentos o habilidades.


2) Deseo.

Pero cuando por fin tienes un propósito, viene un segundo e intenso ejercicio mental que consiste en desear que esta idea, se convierta en realidad, se haga posible y se cumpla, para lo cual, lo recomendable es conseguir todos los medios de aprendizaje que te permitan tener información sobre el tema que te interesa (hoy en día se puede encontrar una gran cantidad de material gratuito en internet como videos, tutoriales, podcasts, ebooks etc.).

También vale la pena acercarte a las personas que te puedan transmitir conocimientos y sobre todo la motivación para no conformarte y siempre estar dispuesto a ir más allá.

Obviamente tendrás que dejar a un lado a quienes intenten disuadirte, solo escucha a quien sepas que es un verdadero experto en la materia, y así, si tú crees que lo que deseas es posible, lo más probable es que tengas razón.


3) Visualización

Acompañado del deseo, es recomendable hacer otro proceso independiente de pensamiento que consiste en visualizarte en el futuro cumpliendo con tus expectativas propuestas y teniendo éxito en ellas.

La sugerencia es que diario te dediques unos 15 minutos a imaginar un escenario de cómo te gustaría verte en un plazo aproximado de 6 meses o 1 año.

Lo importante es que sientas el momento, lo puedas oler, puedas observar los detalles, las personas a tu alrededor, visualizar cosas que te gustaría tener para ese momento y los ingresos que quisieras estar ganando como si ya fueran una realidad.

También es recomendable tratar de acostumbrar a la mente subconsciente de alimentarse de frases positivas que refuercen la confianza en ti mismo, actuando desde ahora como si ya fueras lo que quieres llegar a ser, imaginándote como tal y repitiéndolo constantemente hasta que se te quede bien grabado.

Puedes aprender de esto si lees algo de programación neurolingüística.

Por ahí se dice que haciendo estos ejercicios durante 21 días la mente subconsciente se puede acostumbrar a esa nueva imagen de ti, y por consecuencia, tu seguridad aumentará considerablemente.

Difícilmente te irás abajo cuando las cosas no salgan bien, y los comentarios o actitudes negativas de otras personas no lograrán desmotivarte.

Una vez que tengas claro tu propósito, el deseo de que se cumpla y te hayas visualizado lográndolo, es momento de organizarte haciendo un plan de negocios.

Se vale pensar en llegar lejos e incomodarse, para salir de la zona de confort.4

4) Perseverancia

Este sin duda es el proceso más complejo.

La fuerza de voluntad es como un músculo que se reafirma entre más la ejercitas, y también por supuesto se debilita cuando no la trabajas.

La realidad es que cuesta mucho trabajo disciplinarse y formar hábitos.

La mente cuando se acostumbra a la misma información y a la misma rutina, se encierra en una zona de confort que no permite fácilmente hacer cambios.

En cualquier momento, si nos descuidamos, pueden regresar los pensamientos limitantes en forma de justificaciones: esto no es para mí; mejor lo dejo para más adelante; aún me falta aprender, etc.

la perseverancia simplemente, y a la vez,  difícilmente es comprometerse con uno mismo seguir cumpliendo con el propósito establecido desde un principio con el deseo y la visualización de obtener un resultado.

El secreto es no alargar plazos, ser proactivo, tomar acción inmediata sin racionalizar en el grado de dificultad, simplemente hacer todo lo que se pueda hacer para lograrlo.

No hay persona exitosa de la que se hable, que no haya sido constante y congruente con su idea principal o propósitos.

Las historias de la mayoría de ellos, coinciden en que todos vivieron momentos adversos; creyeron en sus ideas, proyectos o causas, se adaptaron a los cambios, y seguramente muchos de ellos en varios momentos estuvieron a punto de tirar la toalla, pero una voz interna les dijo que si continuaban podrían lograr su objetivo y así sucedió.

Estos 4 ejercicios de mentalidad: propósito, deseo, visualización y perseverancia sin duda, fueron seguidos con congruencia por los fundadores de las empresas más exitosas a nivel mundial que perduran hasta hoy en día.

Todas tienen en común el haberse propuesto grandes retos, y hacer hasta lo que pareciera imposible para cumplirlos.

Este resultado se representa finalmente a través de marcas originales, cuyo valor es plenamente reconocido por sus consumidores.

Los emprendedores que trabajan bajo esta mentalidad, tienen mucho mayores posibilidades de crecer, trascender, tomar mejores decisiones y crear marcas exitosas, ofrecer productos o servicios de calidad o innovar creando productos nuevos que mejoren nuestra calidad de vida; que aquellos que no tienen definido lo que quieren, que no tienen clara su existencia en el futuro y que viven al día apagando incendios y resolviendo imprevistos.

Es importante destinar algo de tiempo y presupuesto en autoconocimiento, en aprender a controlar los pensamientos limitantes, y en desarrollar ejercicios que refuercen la confianza en uno mismo.

La mente subconsciente se alimenta de lo que le damos de comer, y si uno se rodea de noticias, chismes, especulaciones o comentarios negativos, eso influirá tarde o temprano en nuestras ideas, y como bola de nieve se formarán pensamientos negativos, que determinarán nuestras acciones, y que afectarán finalmente nuestros resultados.

En cambio, si lo que pensamos es positivo, optimista, creativo, funcional, nuestros pensamientos tendrán más claridad en cuanto a las oportunidades existentes, se ampliará nuestra imaginación; tomaremos mejores decisiones y finalmente obtendremos buenos resultados.

Así que si estás pensando en hacer un negocio, pero aún no tienes claro que es exactamente lo que quieres, es un buen momento para empezar en trabajar en estos ejercicios básicos de mentalidad para emprender.

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